El Padre Rumando Peralta tiene profundas raíces en esta parroquia. Como inmigrante adolescente de la República Dominicana, encontró comunidad en su nuevo país asistiendo fielmente a misa en San Pedro y participando en varias organizaciones parroquiales importantes. Al principio, quería servir a los demás haciéndose profesor, pero luego recibió la llamada a ser sacerdote. Se ordenó sacerdote y celebró su primera misa en San Pedro.
Su ministerio le llevó al pueblo de San Luis, en la República Dominicana, donde rápidamente demostró que era un sacerdote excepcional. La comunidad llevaba casi 60 años sin sacerdote. El padre Peralta rezó para tener paciencia y determinación y se puso manos a la obra. Comenzó oficiando una misa para sus feligreses en la que se detenía continuamente comenzando con la Señal de la Cruz y les explicaba pacientemente cada parte de la misa. Pronto surgió una sólida comunidad católica. Además, ayudó a su comunidad arriesgando su seguridad personal al denunciar a políticos corruptos que habían robado fondos destinados a llevar agua corriente al pueblo.
El padre Peralta sabía que San Luis no estaba solo. Muchas comunidades carecían de fe católica porque no tenían un sacerdote que las guiara. Decidió abordar este problema asumiendo una tarea aún más difícil: fundar un seminario que formara a jóvenes para ser sacerdotes. Sin ninguna fuente de financiación, el padre Peralta pasó horas incansablemente recaudando fondos y también contribuyó al proyecto con sus escasos ahorros. Una vez más, el padre Peralta persistió y el seminario ya ha ordenado a 12 sacerdotes en una orden llamada los Canónigos Regulares de Letrán.
Y ahora el Señor ha traído al Padre Peralta de vuelta a la comunidad donde sintió por primera vez su vocación sacerdotal. Se le ha pedido que continúe el maravilloso trabajo del Padre Madden dirigiendo la diversa y fiel comunidad espiritual de San Pedro y Santa María.
